Horror en Lincoln: Ni sus padres fueron al velatorio del doble homicida de Lincoln



La casa en la que vivía quedó reducida a escombros; la nena de diez años murió en brazos de una tía
Por Ramiro Sagasti  | LA NACION

LINCOLN.- A su ex mujer, Nélida Rosana Bustos, de 34 años, la mató de 18 puñaladas en la cara y en el cuello y otra más en el brazo izquierdo. A su hijastra, Evelyn Gianna Sarmiento, de 10, le aplicó seis puntazos y cortes, también en la cara y en el cuello, excepto los dos que sufrió en los brazos cuando intentó protegerse. Cuando fueron atacadas, Nélida y Evelyn dormían en la cama matrimonial, junto con la bebe de seis meses, hija de Nélida y el asesino. La chiquita resultó ilesa, al igual que el hijo mayor de la mujer, Alexander, de 13 años, que logró escapar con su hermanita en brazos.
Una de las 19 heridas que le hizo a su ex mujer demuestra l a saña con la que actuó el crimina l; se lee en la autopsia que la mayor de las víctimas tenía un corte de tres centímetros de largo por tres de profundidad; fue en ese acto cuando le seccionó tejidos blandos, músculos, la tráquea y el esófago. Después de los crímenes, el homicida, Miguel Ángel López, de 40 años, caminó sin rumbo. El intendente de Lincoln, Jorge Fernández (FPV), supone que López fue hasta las vías del viejo ferrocarril y que por allí cortó camino hacia el campo de Dutto, cerca de la localidad de Bayauca. Allí se colgó de un eucalipto. Lo encontraron a las 16.45 de anteayer. Trabado al cinturón, en la vaina de cuero, tenía el cuchillo que había usado para matar a la mujer y la niña. Lo remitieron a la morgue.
Mientras tanto, las víctimas eran veladas en la casa de sepelios Rolla. A las seis de la tarde fueron sepultadas. Luis Bustos, de 36 años, uno de los nueve hermanos de Roxana, dijo a LA NACION: "Mejor que se haya suicidado. No se ahorcó porque sufría; se ahorcó por cobarde, porque sabía quienes somos los Bustos. No tuvo las bolas para enfrentarnos".
Cerca de la medianoche de anteayer, la Justicia envió el cadáver de López a la misma empresa funeraria. Su padrastro, llamado José, llamó al intendente, y le dijo: "Ya que no nos dan una casa, por lo menos, paguen el cajón". En efecto, José y Marta Greco, la madre del asesino, viven en un colectivo desvencijado, en un terreno donde termina la ciudad, al lado de un alambrado que limita con un campo. Allí nadie atendió a LA NACION.
El jefe comunal se hizo cargo de los gastos. "Todos se merecen un funeral. Es mi obligación como funcionario", dijo. Ayer por la mañana, en la sala de la casa de sepelios Rolla, al pie de una cruz, estaba el ataúd cerrado, con el cuerpo del criminal. Miguel Rolla, dueño de la funeraria, contó que nadie había ido a despedirlo, ni siquiera la madre.
A la misma hora en la que nadie despedía los restos del asesino, el dueño de la casa donde éste vivía volteaba la construcción a mazazos hasta convertirla en un montón de escombros rodeados de pastizales y cardos. No había nada: ni ropa, ni alimentos, ni muebles, nada que indicara que allí había vivido, hasta hacía dos días, López. Es como si quisieran borrarlo de la memoria de la ciudad.

La tragedia y la fuerza

Pero no. Los Bustos no lo van a olvidar nunca. Sobre todo Alexander, que junto con su hermana de seis meses ahora están bajo la guarda de su abuela, Nélida Nilda Vicente de Bustos. Ayer por la tarde, arrullaba a la bebe bajo el alero de su casa, mientras LA NACION hablaba con su hijo Luis. "Está hecha pelota. Prefiero que no hable, tiene la presión alta. Alexander también está muy mal. Está en lo de Leticia, otra de mis hermanas, que tiene hijos de la misma edad. Los psicólogos aconsejaron que esté ahí, por ahora", dijo el hombre.
Leticia vive a la vuelta de la casa donde vivía su hermana asesinada. Alexander y Evelyn corrieron hacia allí cuando escaparon de su padrastro. Primero escuchó piedrazos en el techo, después los gritos agudos de Evelyn: "¡Tía, ayudame!". Leticia pensó que la sangre que manchaba el cuerpo de la niña era la de Nélida. "Miguel mató a mi mamá", había alcanzado a decir la niña, que enseguida empezó a debilitarse. Se desvaneció en sus brazos. "Me desespero al pensar que no pude salvar a mi princesita", sollozó Leticia.
Continuó: "A esa bestia no la podía ni ver. Yo sabía que él era malo. Se lo dije a mi hermana, pero ella no me escuchó. Si la Justicia hubiera actuado como corresponde, esto no hubiera pasado. Él ya tenía antecedentes de violencia con otras parejas".
Alexander no supo de la muerte de su hermana hasta la mañana siguiente. Fue Luis el encargado de comunicarle la noticia. "Estábamos en lo de Marisa, otra de mis hermanas. Fue ayer a las ocho de la mañana. Me preguntó dos veces cómo estaba Evelyn. Nos sentamos y le dije que había fallecido. Se largó a llorar. Es muy chico, tiene 13 años, pero es muy fuerte. La vida lo castigó mucho", contó Luis.
Hace ya casi tres años, cuando Alexander tenía 10, acompañaba a su padre, en el taller, mientras éste soldaba las carrozas para el carnaval. Hacía carrozas grandes y pequeñas, con motores de motos, para los chicos. "Se le cruzó un cable y se electrocutó -recordó Luis-. Alexander vio cómo su padre se electrocutaba. Ahora tuvo que ver cómo mataban a su madre y a su hermana."
Luis oyó el llanto de la bebe, desde el interior de la casa. Ya no quedaba nadie bajo el alero. "Mi vieja está hecha pelota -repitió-. Ahora la fuerza se la va a dar la gordita. Anoche lloró toda la noche. Tiene seis meses y no quería tomar la mamadera, así, de golpe. No quería saber nada. Está acostumbrada a la teta de mi hermana. Hoy a la mañana tomó un poco. Nos va a tener en vela unas noches, hasta que se acomode.".

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